sábado, 15 de junio de 2024

Puñal en el corazón: redención con emoción.

Los meses pasaron lentamente, y tanto MEL como Edgard se encontraban sumidos en una profunda tristeza. MEL extrañaba a su esposo, pero la herida de su traición aún sangraba. Edgard, antes un hombre alegre y amante de las fiestas, ahora estaba apagado y desolado. Había rogado a MEL de todas las maneras posibles que lo perdonara, pero ella seguía firme en su solicitud de divorcio, a lo que Edgard se negaba una y otra vez. Su amor por ella no se había debilitado, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para recuperar su confianza.

Una tarde nevada, MEL paseaba por el jardín del palacio, sus pensamientos enredados en un torbellino de dudas y arrepentimientos. "¿Qué hice mal?", se preguntaba constantemente. "Definitivamente no debí ser tan permisiva". De repente, una voz que conocía demasiado bien rompió el silencio.

"Tienes razón", dijo Edgard, apareciendo entre los copos de nieve. "No debiste ser permisiva, así como yo no debí ser un traidor. Pero por favor, lo único que te pido es que me escuches".

El corazón de MEL latía con fuerza. Su mente le decía que no debía escucharlo, pero su corazón anhelaba hacerlo. Finalmente, cedió y asintió con la cabeza.

"¿Sabes? Te amé desde la primera vez que te vi", comenzó Edgard con la voz cargada de emoción. "Siempre te fui leal hasta que empezaron las fiestas. Ninguno de nosotros se midió. No justifico lo que te hice, solo te pido que me perdones. Si lo haces, te demostraré que puedes volver a confiar en mí, y jamás miraré a otra que no seas tú".

Las palabras de Edgard resonaron en el corazón de MEL. Aunque la herida aún estaba abierta, podía sentir la sinceridad en su voz. Edgard continuó, su desesperación palpable.

"Esa era mi naturaleza, pero ya no más. Te prometo que me controlaré. Solo necesito que me des una oportunidad".

MEL reflexionaba sobre sus palabras, y aunque el dolor aún era profundo, algo dentro de ella se ablandó. Sabía que Edgard estaba dispuesto a cambiar, y su amor por él seguía vivo.

"Vamos adentro, Ed", dijo finalmente, su voz suave pero firme.

Edgard dejó escapar un suspiro de alivio y la siguió de regreso al palacio. Durante el resto del invierno y los meses siguientes, trabajaron juntos para sanar las heridas de su relación. Edgard demostró con cada acción que su arrepentimiento era sincero, y poco a poco, MEL comenzó a confiar en él nuevamente.

Aunque el camino no fue fácil, su amor se fortaleció con cada desafío superado. Aprendieron a comunicarse mejor, a respetarse mutuamente y a encontrar un equilibrio entre libertad y compromiso. La traición que una vez los separó se convirtió en una lección valiosa que los unió aún más.



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