jueves, 15 de febrero de 2024

Un puñal en el corazón: una revuelta de emoción.

Con el corazón destrozado, Edgard abandonó la iglesia, sintiendo el peso de sus acciones sobre sus hombros. El disfraz de monje se había vuelto una carga que apenas podía soportar mientras sus pensamientos se enredaban en un torbellino de remordimiento y desesperación.

De vuelta en el palacio, cada paso pesaba como una losa sobre su conciencia. Ansiaba encontrar a MEL, esperando poder disipar sus dudas y restaurar la confianza perdida. Sin embargo, al llegar a su habitación, se encontró con la puerta cerrada y el silencio como respuesta a sus llamados.

Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, Edgard golpeó la puerta con insistencia, rogando a MEL que le permitiera entrar y hablar. Pero sus súplicas fueron en vano. Solo el eco de su voz resonaba en el pasillo vacío.

Con el alma hecha jirones, Edgard se derrumbó frente a la puerta, dejando escapar un sollozo angustiado. Había perdido a la mujer que amaba, y la culpa pesaba sobre él como una losa. ¿Cómo pudo haber permitido que las sombras de la duda y la desconfianza se interpusieran entre ellos?

Mientras tanto, en el interior de la habitación, MEL luchaba con sus propias emociones. Sus lágrimas se confundían con la lluvia que golpeaba la ventana, y su corazón se debatía entre el deseo de perdonar y el miedo a ser herida nuevamente. Había tomado una decisión difícil, una que esperaba que fuera la clave para liberarse del dolor que la consumía.

A pesar de escuchar los gritos de Edgard, MEL se mantuvo firme en su determinación. Sabía que la separación sería dolorosa, pero también creía que era el camino hacia su propia sanación. Con un suspiro cargado de resignación, se apartó de la puerta y se adentró en la oscuridad de su habitación, dejando atrás el eco de las palabras no dichas y los corazones rotos.

Así, en medio de la tormenta emocional que los envolvía, MEL y Edgard se encontraban separados por la distancia y el dolor, incapaces de encontrar las palabras que pudieran unir sus corazones una vez más. Y mientras el reloj marcaba el paso del tiempo, el destino aguardaba en silencio, tejiendo los hilos de un nuevo capítulo en la historia de su amor.




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