En las sombras que ocultan los rincones más recónditos de la realidad, en los pliegues oscuros y secretos de la existencia, germinó la historia prohibida de Jason y Laura. Su amor, como un destello efímero en la penumbra del universo, se encendió en el más oscuro de los momentos.
En la gris ciudad, donde las calles susurran secretos inenarrables, Jason, un ser misterioso y a la vez fascinante, conoció a Laura, cuya belleza irradiaba una luz especial capaz de iluminar hasta los más oscuros abismos. Se enamoraron con la intensidad de las llamas que arden en lo más profundo del abismo cósmico.
La pasión entre ellos, como una marea de emociones arrolladoras, los envolvió en noches de deleite y promesas susurradas en la oscuridad. Sin embargo, en el umbral del tiempo eterno, la verdad que ocultaba Jason se reveló como un espectro lúgubre.
En una noche tempestuosa, con el eco de los lamentos de criaturas desconocidas resonando en el aire, Jason confesó a Laura la naturaleza de su ser. Se convirtió en un ente maligno, una sombra que se alimenta de la oscuridad misma. Un amor que floreció en la penumbra ahora se veía amenazado por la oscuridad que albergaba en su interior.
Con lágrimas en los ojos, Jason, con la sabiduría de quien carga una maldición insoportable, decidió alejarse de Laura. La despedida, un doloroso adiós, resonó como el llanto de las criaturas olvidadas por el tiempo. Aunque su corazón ardía de desesperación, Laura respetó la decisión de Jason.
Antes de desvanecerse en la bruma de lo desconocido, Jason le entregó a Laura una pequeña caja de colores, su última conexión tangible con el mundo. Le pidió que la protegiera como si dentro de ella se hallara un fragmento de su propio ser. Laura, con la solemnidad de quien acepta un destino ineludible, prometió cuidar la caja como el más sagrado de los tesoros.
Un beso selló la promesa, y Jason desapareció en las sombras que lo reclamaban. Laura, quedando sola en la penumbra, sostuvo la caja con devoción, sintiendo en su interior el eco del amor perdido. Aunque su corazón estaba roto, la promesa de proteger aquel pequeño objeto la impulsó a enfrentar las sombras que se avecinaban.
Así, en el abrazo de la oscuridad, Laura llevó consigo la pequeña caja de colores como un testamento de un amor más allá de las fronteras de la realidad, y en su tristeza, protegió el último vestigio tangible de Jason, quien se desvaneció en la eternidad, dejando tras de sí el eco de un amor perdido en el abismo cósmico.
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