Amor redentor 2

Han pasado 10 años, MEL, la valiente mercenaria, se encontraba ahora como una mujer exitosa y millonaria. Su vida estaba marcada por el cuidado amoroso de sus dos gemelas, Teresa y Elena. Vivían en una lujosa mansión que era un testimonio de las victorias que MEL había logrado en su pasado militar.

Una tarde, mientras las niñas dormían plácidamente, MEL patrullaba la ciudad. Fue entonces cuando una figura conocida se desplomó en una calle. Al acercarse, sus ojos se abrieron sorprendidos: era Edgard, pero no era la sombra de sí mismo que recordaba. Estaba arruinado, perdido y desesperado.

MEL, a pesar de la mezcla de emociones, no pudo evitar ayudar a quien alguna vez fue el amor de su vida. Cargó a Edgard hasta su casa, tratando de no perturbar a las gemelas. El aroma del alcohol impregnaba el aire, y su corazón latía con fuerza mientras lo acomodaba.

MEL: Edgard, ¿qué has hecho?

Edgard, profundamente dormido, no respondió. En la mañana siguiente, MEL lo encontró observando a sus hijas, confundido y callado. La verdad pesaba en el aire, y entre murmullos, MEL confesó que las gemelas eran sus hijas.

EDGARD: Son tan hermosas como tú.

MEL: Y tus hermosos ojos azules, Ed.

Edgard, comprendiendo la verdad, quedó en shock. La tristeza se reflejaba en sus ojos por casi perder lo que realmente importaba por riquezas materiales. Pasaron días de preocupación y alegría agridulce mientras MEL les contaba a las niñas la verdad sobre su padre.

Finalmente, los cuatro se reunieron. Acostaron a las niñas y, en la intimidad de su hogar, redescubrieron el amor que una vez compartieron. Las lágrimas de arrepentimiento de Edgard se mezclaron con la alegría de tener de nuevo a su familia.