Un amor maligno
Hal era una mujer extraordinariamente hermosa, con una mirada penetrante y una mente aguda. Disfrutaba de su trabajo como psiquiatra para la policía en el municipio de Busbanzá, Departamento de Boyacá. Todos los días analizaba mentes criminales y trataba de entender los rincones más oscuros de la psicología humana.
Un día, en una misión rutinaria por la noche, Hal y su
equipo hicieron un descubrimiento que desafio incluso su temple. En una
abandonada casa en las afueras del municipio, encontraron el cuerpo de una víctima
retorcido de manera tan grotesca que parecía una obra maestra escalofriante.
Aunque sus colegas temblaban de miedo, Hal no pudo sentir más que una extraña
fascinación. La crueldad del asesinato era aterradora, pero también intrigante
y brutal.
Sin embargo, lo que más la perturbo fue el penetrante
olor a azufre que impregnaba el lugar. El hedor la persiguió incluso después de
haber dejado la escena, y en las noches la asaltaba en sus sueños. Hal intento
deshacerse de esa extraña y perturbadora sensación, pero el olor parecía
insidiosamente persistente.
Una noche, mientras trabajaba sola en su oficina, el
olor a azufre regresó, llevándola a revivir las memorias de aquel día. Su
curiosidad supero su inquietud, y decidió seguir el rastro del olor hasta su
origen. Descendió al oscuro sótano de su oficina, donde encontró una escena que
hizo que su corazón se detuviera.
Una sombra negra y densa se materializo frente a ella,
transformándose en un hombre de aspecto elegante y ojos ardientes de color rojo
intenso. El miedo la paralizo mientras lo observaba acercarse a ella con una
velocidad sorprendente. Y luego, como un fantasma, desapareció en el aire.
Hal quedó en estado de shock durante días, incapaz de
deshacerse de la imagen que había presenciado. Investigo y descubrió que
aquella entidad oscura y misteriosa era el “Mandingas”, un espíritu maligno
considerado el más poderoso de su tipo. Pero lo que más la inquietaba era la
afirmación de que el Mandingas estaba enamorado de ella, algo que desafiaba
toda lógica y comprensión.
No paso mucho tiempo antes de que Hal comenzara a
sentir la presencia del Mandingas a su alrededor. Aunque trato de ignorarlo, no
podía evitar la curiosidad y el miedo que lo acompañaba. La entidad parecía
conocer sus pensamientos más íntimos y la acosaba sutilmente. Noches de
insomnio y días llenos de inquietud se convirtieron en su realidad.
Un día, en un enfrentamiento cercano con un criminal
peligroso, Hal casi pierde la vida. Fue entonces cuando vio al Mandingas
nuevamente. Esta vez, no solo lo vio, sino que lo tocó. Sintió una extraña y
electrizante conexión, y en ese momento, pudo ver en sus ojos ardientes una
pasión y un deseo que no encajaban con la imagen que tenia de un ser maligno.
El Mandingas confesó su amor por ella con una voz
sorprendentemente gentil. Le dijo que estaba enamorado de su capacidad para ver
más allá de las apariencias y entender los deseos y tormentos de las personas
que trataba de ayudar. Hal se resistió al principio, convencido de que los
seres oscuros no podían sentir nada bueno. Pero el Mandingas continuó
insistiendo, y su determinación la dejo desconcertada.
Las noches pasaron, y Hal lucho contra sus
sentimientos encontrados. Finalmente, un día, sucumbió ante la atracción y el
amor que sentía por él. Se encontraron en una unión apasionada, una fusión de
mundos opuestos que desafio la lógica y la moralidad.
Al despertar una semana después, Hal se encontró en un estado confuso abrumador. Había cruzado una línea que nunca pensó que cruzaría. El Mandingas continuaba sus avances, insistiendo en que estaban destinados a estar juntos. Hal se encontró atrapada entre el amor y el miedo, entre lo desconocido y lo familiar.
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