La soledad.

Érase una vez un hombre que vagaba como una sombra: errante, oscuro y muy impredecible, con una mirada de tristeza, que oscurecía lo más posible. Buscaba entre toda la tierra, Buscaba en todo el cielo, Buscaba en todo el infierno, pero solo llevaba el caos también como un alma en pena. Hasta en el más oscuro rincón quería encontrar algo que sabía, le iba a quitar tanto dolor, pero estaba tan bien oculto que solo aumentaba esa dolorosa sensación. “Encontraré mi alma” -decía el espíritu con amargura- “En todo un mundo lleno de tristeza, encontraré algo de paz, en mi pobre alma que pesa”. Antes era un hombre bueno, pero que se dejó llevar por la ambición y esto lo llevó a su perdición, puesto que buscar más le hizo perder su corazón. Escudriñó hasta en las más profundas madrigueras, pero solo encontraba oscuridad como él, llevándolo a más desesperación hasta que escuchó algo alegre: una voz viva y esperanzadora realmente. Ella no era una sombra tan oscura, era una l...